El desarrollo histórico de las Basílicas: diferencias y significado
Origen y evolución de la basílica
Las basílicas tienen su origen en la antigua Grecia y en la Roma clásica. Inicialmente, eran grandes edificios públicos utilizados como lugares de reunión, tribunales y espacios para la administración de la justicia. Estas construcciones poseían una estructura rectangular, con una nave central más alta y amplia que las naves laterales, separadas por filas de columnas, finalizando en un ábside semicircular. Esta disposición permitía iluminar el interior y facilitar las funciones cívicas para las que eran diseñadas.
Las primeras comunidades cristianas celebraron las reuniones y las celebraciones litúrgicas en las hoy llamadas Domus Ecclesiae, casas de familias pudientes que colocaban sus viviendas al servicio de la comunidad. Así era en Jerusalén mismo, cuando los discípulos aún podían ir al templo para la oración de la tarde (Cf. Hch 3, 1): aparecen reunidos en la “sala del piso alto” (coenaculum) de una casa (Cf. Hch 1, 13-14). El uso de las Domus Ecclesiae están ya documentadas en las cartas de san Pablo. En su escrito a la comunidad de Roma y de Corintio menciona la casa de la familia de Narciso (Cf. Rm 16, 11) de Priscila y Aquila en el Aventino (Roma) donde está la actual Iglesia de Santa Prisca (Cf. 1 Cor 16, 19).
Las domus de estilo romano, que estaban extendidas por todo el imperio y constituían una estructura social básica, fueron el edificio de referencia para los cristianos de los primeros tiempos. Los primeros edificios sagrados de los cristianos, según la crítica histórica no habrían sido levantados antes de la época de Cómodo (180-192). Solo a partir del siglo III, tenemos noticias de espacios y edificios dedicados al culto cristiano, de los que se dirá, que fueron devueltos por las autoridades tras la persecución del 260, o que fueron destruidos por Diocleciano (Nicomedia).
En el año 311 Constantino venció en batalla en las cercanías de Roma a su homologo Augusto Majencio, que gobernaba la parte oriental del Imperio Romano. En sus políticas para restablecer la paz, reconoció el cristianismo como religión lícita y les permitió la celebración del culto público.
No fue sino hasta esta época que los cristianos comenzaron a adoptar el modelo arquitectónico basilical romano para sus primeros templos o tituli. Esta elección no fue casual: los templos tradicionales dedicados a los dioses del imperio, generalmente de planta circular, no se adaptaban a las necesidades de las celebraciones cristianas. En contraste, las basílicas romanas, con sus amplios espacios interiores, ofrecían un entorno mucho más funcional y adecuado para el culto litúrgico.
Transformación de la basílica romana en cristiana
Durante la época paleocristiana (S. I – IV), la basílica evolucionó manteniendo la planta rectangular, pero se adaptó a nuevas necesidades litúrgicas cristianas. Se añadieron elementos como el ábside orientado al este (donde se situaba el altar), el transepto (nave transversal que generaba la forma de cruz), el nártex (vestíbulo de entrada) y claristorios (ventanas altas para iluminar el interior). El diseño permitió una participación mayor de fieles y creó una simbología ligada a la fe.
Con el tiempo, la planta de cruz latina se impuso en Occidente, acentuando la forma de cruz (símbolo del cristianismo), mientras en el oriente bizantino predominó la cruz griega.
Tipos y particularidades de las basílicas cristianas
La construcción de edificios sagrados será ya una realidad normal a inicios del siglo IV-V. Las construcciones más importantes serán los templos destinados al culto y a la vida de las comunidades eclesiales, que solían ir acompañados de edificaciones anejas. Junto a ellos aparecieron también Iglesias en los cementerios destinadas al culto de los mártires. A partir del siglo V aparecen Iglesias vinculadas a monasterios, así como también en el territorio de grandes latifundios, como Iglesias propias de la población de aquellos terrenos y de las aldeas cercanas.
Las basílicas cristianas se dividen en dos grandes categorías:
Las basílicas son, en primer lugar, las Iglesias de Roma. Entre ellas se diferencian las mayores y las menores. En la primera categoría se encuentran solamente las cuatro basílicas patriarcales o papales (San Pedro del Vaticano, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor), mientras que en las menores se encuentran el resto de templos importantes de Roma, y más de 1500 basílicas menores en todo el mundo que han sido asimiladas a ellas por documentos oficiales Pontificios.
Para que un templo pueda alcanzar el título basilical, debe cumplir tres requisitos:
1. Debe ser un templo de regio esplendor, levantado con un perfil destacado.
2. Dicho templo debe ser foco espiritual de una comunidad que es santuario para la multitud de devotos que acuden a él.
3. Que dicho templo, bajo sus bóvedas, posea un tesoro espiritual y sagrado, dando culto ininterrumpido al Señor, a la Virgen y al Santo venerado en él.
BIBLIOGRAFÍA
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