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A propósito de la reciente publicación de la última obra en prosa –Mujer incierta– de Piedad Bonnett, quién es poeta, escritora y dramaturga, galardonada este año con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, y sus respuestas en una entrevista publicada ayer en la o(después borrada inexplicablemente), pensé: ya es hora de que entendamos por qué lo personal es político.
Dice en la entrevista: «… lo subjetivo, lo íntimo, sólo me interesan en el marco de la experiencia colectiva, del yo dentro de la circunstancia social e histórica«. Y además, se les «hace a las mujeres unas exigencias a menudo agobiantes”. Habla también «…sobre la educación que recibí y sus tabús, y sobre la idea de masculinidad que marcó la vida de tantas mujeres de mi generación«. Y explica a propósito de dos de sus obras: …»en los dos libros me intereso vivamente por la condición femenina, y en los dos hablo de abusos de poder masculinos«.
Muy llamativo que el periodista editorialice en la introducción: «Pero también es un reclamo directo y sin anestesia (ni militancias) a las injusticias que ha debido padecer en su condición de mujer«. ¿Cómo para presentar a una mujer que dice lo que dijo en la entrevista respecto a su condición de mujer, y a la relación explícita que establece entre esa misma circunstancia -la de ser mujer- y el contexto histórico y social, y además habla con todas las letras de los abusos de poder masculinos, se le “limpia” de militancias?
¿Por qué él la indulta de la militancia? Si ella no se lo pidió de manera clara y él no lo dice dentro de su paréntesis, asumo que es él quien la exonera del pecado de ser feminista. Además de lo odioso del término por ese olor a exterminio como lo tiene feminazi, pareciera así conjurar la potencia de su voz, «directa y sin anestesia». Era él quien necesitaba anestesia evidentemente.
No se necesita empuñar “armas” a lo militar, ni desfilar en cuadrillas ni acantonarse, ni seguir órdenes superiores y mucho menos matar o borrar al otro; ni ganar, ni conquistar. Puras necesidades del belicismo y sus negocios. Busquemos sinónimos de militancia: “no hay sinónimos”, “no pudimos encontrar palabras” contesta Word. Raro, si se cree que la guerra es la partera de la historia, que no encuentre sinónimos. Por otro lado la RAE dice que militante es un afiliado, asociado, componente, participante, socio. Yo agrego que es todo eso para una causa.
Y en esa causa de la que evidentemente Bonnett es militante, por la vida, los derechos, la libertad y el bienestar de las mujeres -léase feminismo- considero sustancial entender a lo que ella apunta indirectamente: “lo personal es político”. Lo privado es público, atañe a todas las personas, porque eso que le sucede a cada una está entrelazado con sus circunstancias, y de todas ellas el poder, es decir la posibilidad de cambiar el estado de buen o mal vivir, es la variable más importante.
Empiezo una serie de opiniones respecto a esa afirmación. Si lo que pasa a cada individuo se entiende, analiza y critica solo como una experiencia de vida, personal, individual, producto del azar, la magia o la maldición según sea el caso; o si se considera asimismo que son la genética, la personalidad y los eventos a los que ha sido expuest@, la comprensión será muy estrecha. Tal vez incluso ingenua y además culpabilizadora. Pero si a ese individuo, hombre o mujer lo situamos en un contexto familiar, comunitario y social, ampliamos las variables de análisis y obviamente veremos más allá de su propia piel.
¿Eso que implica? Leer más, estar prest@s a nuevas teorías e hipótesis acerca del devenir histórico, de los cambios sociales, de las diferentes formas de hacer familia, creencias, ideas, valores y prácticas en las que esa persona nació y se crio y además en las que vive.
A todo eso se llama política en su acepción más amplia: cómo está constituida esa persona en su mundo privado y su mundo público -su contexto historizado- sexo, género, etnia, clase, procedencia, raza, orientación sexual, edad, religión; su entorno más cercano, familia y comunidad; y la región, país y continente y cómo es el tablero de poderes donde está ubicada.
Así es como el proceso de considerar lo individual en forma aislada se debe convertir en un análisis polivalente donde sobre todo lo político, los juegos del poder simbólico y real le dan sentido a eso que pasa en ese individuo. Son las relaciones de poder que enmarcan a cada persona, a cada familia, a cada comunidad y a cada sociedad y la determinan. Es la política de identidad el ejercicio que hacen las personas para identificarse y ese proceso enfrenta al mismo con factores que nos significan y dignifican, nos alientan o asfixian; también puede incluirnos en un yo colectivo que nos protege o en un Otro colectivo que nos empobrece, embrutece, adelgaza y desnutre y nos humilla. Nos deshumaniza.
¿Pero,a qué apunta más directamente Piedad Bonnet? A que cuando se trata de personas del sexo femenino, a las mujeres, su condición femenina es determinante. Su lugar, su identidad política, esa relación entre lo personal-lo privado-, con sus procesos y mecanismos de organización, están ligados inexorable e indefectiblemente a lo político – a lo público-, y sus dinámicas del poder.
El cuerpo, la sexualidad, la familia, la maternidad, las relaciones amorosas, amistosas, laborales y sociales y las económicas, están tanto en el sistema personal como en el social, que son políticos
Por eso el cuerpo, la sexualidad, la familia, la maternidad, las relaciones amorosas, amistosas, laborales y sociales y las económicas, tienen que ser entendidas como personales y políticas, están tanto en el sistema personal como en el social, que son políticos. Si se entienden así, se rompe ese abismo que de manera deliberada se mantiene entre lo personal y lo político, como una manera de restar poder al ámbito de lo privado, donde se gestan, nutren y practican los juegos de poder, reflejo, mímesis de los que se juegan en el ámbito público. El poder y sus poderes en la casa, en la persona misma, son los mismos en la familia, en la comunidad y en la sociedad.
Pues bien, para cerrar invito a leer apartes en Wikipedia sobre el origen de esta afirmación, que dará norte a mis reflexiones, análisis y opiniones en próximas columnas sobre asuntos centrales en la vida de las mujeres: Lo personal es político.
«Carol Hanisch, integrante del grupo New York Radical Women y una figura prominente del Movimiento de Liberación de las Mujeres de Estados Unidos, redactó un artículo defendiendo la importancia política de los grupos de concienciación en febrero de 1969, en la ciudad de Gainesville, Florida. Hanisch trató de refutar la idea de que el sexo, la apariencia, el aborto, el cuidado de niños, y la división del trabajo doméstico eran temas meramente personales sin importancia política. Para hacer frente a estos y otros problemas, instó a las mujeres a dejar de culparse a sí mismas, discutir sus situaciones entre ellas, y organizarse colectivamente en contra de la dominación masculina en la sociedad. Hanisch no utiliza la frase «lo personal es político» en el ensayo, pero escribe:
Una de las primeras cosas que descubrimos en estos grupos es que los problemas personales son problemas políticos. No hay soluciones personales en este momento. Solo hay acción colectiva para una solución colectiva.
El ensayo fue publicado bajo el título, «Lo personal es político», en Notas del segundo año: la liberación de la mujer en 1970. La autora considera que Shulamith Firestone y Anne Koedt, las editoras del libro, dieron al ensayo su famoso título. Desde entonces ha sido reimpreso en Radical Feminism: A Documentary Reader.La escritora y activista estadounidense Kate Millett documentó extraordinariamente la consigna “Lo personal es político”. En su libro de 1970 Política sexual se plantea que es necesario desarrollar una psicología y una filosofía de las relaciones de poder que vayan mucho más allá de los límites marcados por la política tradicional. Millett se propone “demostrar que el sexo es una categoría social impregnada de política”. La política no va a ser definida como el limitado mundo de las reuniones, los presidentes y los partidos, sino como “el conjunto de compromisos estructurados de acuerdo con el poder en virtud de los cuales un grupo de personas queda bajo el control de otro grupo”. Definió el terreno de lo privado –la familia, la reproducción, la sexualidad, la violencia contras las mujeres- como núcleo de la subordinación de las mujeres, alejándose de los postulados de la izquierda marxista, que supeditaba la igualdad entre las mujeres y los varones a la desaparición de la dominación de clase”. Consultar
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