Nicoló Govoni creó una fundación con la que le brinda educación, útiles y transporte a estudiantes del mundo, lo que lo llevó a estar nominado al Nobel de Paz
Nicoló Govoni tenía 26 años cuando aterrizó en Bogotá. Escritor, activista y voluntario en causas humanitarias tenía en mente los niños y niñas que nacen sin oportunidad alguna en la vida . Quería fundar un colegio para aquellos que habían sufrido el dolor del desplazamiento forzada, la pobreza extrema, las amenazas de violencia en el barrio, en la casa, como sucede en zonas complicadas de Bogotá, como es ciudad Bolívar. Para poder trabajar y resolver problemas trajo su fundación Still I rise que había creada en el 2018 y cuyo trabajo lo llevó a estar nominado al Premio Nobel de paz en el 2020.
La idea empezó a tomar forma en la isla de Samos en Grecia, donde los migrantes llegan desesperados buscando nuevos horizontes de vida. Conmovio Govani entendió que había que hacer algo. Puso a Colombia en el radar, como un lugar que recogía venezolanos pobres buscando alternativas de vida; pero también donde muchas familias del campo llegaban a grandes urbes para salvarse de las balas cruzadas, de la muerte. Con Bogotá en el mapa empezó a recoger recursos de conocidos para fundar un colegio de rehabilitación y emergencia. Queria replicar en un modelo de educación como el que opera en contextos volátiles de países que se encuentran en situación de conflicto como la República del Congo, Yemen o Siria.
Así operan los colegios de Nicoló Govoni STILL I RISE
Esta ONG funciona de dos maneras, la primera consiste en colegios de rehabilitación y emergencia como el de Grecia y de ahí surgieron 3 instituciones en el Congo, en Bombay y en Siria. A estos colegios llegan niños y niñas migrantes y allí un grupo de profesionales los rehabilitan poniéndolos al día con sus programas escolares y luego son reintroducidos de nuevo en los proyectos escolares de su país o del país a donde lleguen.
El segundo modelo está basado en colegios internacionales. A estas instituciones llegan niñas y niños en condición de vulnerabilidad, desplazamiento y pobreza extrema para que reciban una educación de alta calidad teniendo en cuenta que en condiciones normales nunca van a tener la oportunidad de llegar a un colegio de estas dimensiones por falta de plata. Actualmente existen dos colegios, uno está en Kenia en la ciudad de Nairobi y el otro en Colombia, ubicado en la Localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá. Además, están en el proceso de apertura de un tercero en la ciudad de Bombay (India).
Desde el 2018 cuando se creó el primer colegio, cada año han venido inaugurando una institución nueva, tanto así que, al término de este año, 2024, ya completarán un total de 6. En la medida en que se haga necesario implementar una institución nueva lo van hacer. Los pequeños que deseen ingresar a este colegio en Ciudad Bolívar
deben pasar un largo proceso de selección en el que lo primero que se tiene en cuenta es la vulnerabilidad del aspirante, puesto que se aseguran de que en verdad necesite un colegio que se convierta en su segundo hogar, ya que allí entran a las 7 de la mañana y salen a las 4:30 de la tarde.
Este proyecto en Ciudad Bolívar inició en 2022 y empezó labores este año. Cuenta con 21 niños migrantes venezolanos, 11 en condición de desplazamiento de la costa caribe y el pacífico y los 28 restantes son de la Localidad de Ciudad Bolívar en condición de pobreza extrema con edades que oscilan entre los 9 y los 13 años, algunos de ellos desescolarizados que nunca habían estado en un colegio, otros con 12 años no saben leer ni escribir.
En la actualidad, el colegio STILL I RISE está funcionando como educación no formal con énfasis en inglés y lectoescritura y cuando sean certificados por la Secretaria de Educación de Bogotá comenzará a funcionar con el currículum regular de los colegios de la ciudad. La rectora, Laura Trujillo, dijo que en 7 años esperan estar graduando a sus 60 estudiantes con diploma y hablando varios idiomas.
¿Por qué Ciudad Bolívar?
La ONG escogió esta localidad porque de las 20 que tiene la capital, es a donde llegan más personas desplazadas de otras regiones del territorio colombiano, hay muchos asentamientos ilegales carentes de los servicios básicos, sin luz, agua y gas y la gran mayoría de los alumnos de STILL I RISE provienen de esas invasiones.
Algunas veces los mismos docentes hacen trabajo de campo en los distintos barrios de la Localidad con el fin de identificar a los niños y niñas que necesitan ayuda e invitarlos a hacer parte del programa, en muchos casos son pequeños que por estar trabajando nunca han ido al colegio y convencer a las familias de que el niño debe ir a estudiar es un trabajo muy difícil, según Laura Trujillo.
En los otros países donde están las demás instituciones el trabajo se hace aún más difícil porque existen los conflictos internos y mucha gente migra para pedir asilo en otros países por causa del desplazamiento.
El colegio STILL I RISE de Ciudad Bolívar cuenta con 6 profesores uno por cada 10 estudiantes, un lujo si se compara con los colegios oficiales y tradicionales de la ciudad donde en cada salón de clases hay hasta más de 40 estudiantes. Además, todo para ellos es gratis, desde un lápiz hasta la ruta que los lleva al colegio y los devuelve a su casa después de la jornada escolar.
¿Con qué plata hacen los colegios de Nicoló Govoni?
Esta ONG ha podido realizarle el sueño a todos estos niños con la ayuda de donantes que apoyan esta causa en Europa, desde personas naturales hasta importantes empresas que aportan desde 8 euros al mes. Su oficina principal está en Roma y es allí donde se concentra la mayor cantidad de donantes, lo cual alcanza para sostener toda la misión y a sus colaboradores que son unos 250 a nivel mundial. Vive de donaciones como muestra este video: https://www.stillirise.org/
Eso sí, por principios, no permiten el apoyo de empresas mineras, farmacéuticas ni bancos porque consideran que estas empresas de una u otra forma contribuyen a que continúen las fronteras invisibles entre las personas vulnerables y quienes no lo son, por lo que tampoco reciben donaciones de ningún Gobierno.
A sus escasos 31 años, Nicoló Govoni puede decir que en 2020 estuvo nominado al Premio Nobel de Paz. Todo por su noble labor para ayudar a los niños más necesitados del mundo.
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