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Yo no sé porqué nos aprendimos y aplicamos a rajatabla ese dicho popular de “p’atrás ni para coger impulso”, y en lo particular creo que en no pocos casos hay que devolverse en el tiempo para mejorar, reorientar o encontrarle sentido al presente para proyectar un mejor futuro.
Devolverse a la infancia, por ejemplo, nos ayuda a entender el por qué de muchas de nuestras actitudes y la razón de nuestros comportamientos. Esa es una devuelta dolorosa en muchas ocasiones, pero es para mejor. Sin embargo, devolverse para revisar y recordar -por si se nos ha olvidado- lo que hicimos bien, lo que nos inspiró, lo que nos hizo arriesgarnos y hasta de qué somos capaces es mi tema de hoy.
Dos personas me dijeron por estos días: “tengo que buscar qué hacer, tengo que hacer algo en la vida”. Esto lo que quiere decir es que hay una búsqueda de propósito. Son personas profesionales, con su vida económica resuelta y que ya no laboran en lo suyo. En este punto hay que decir que estamos viviendo más y que los mayores de hoy somos muuuy distintos a los de épocas anteriores. Esto quiere decir, que no nos sentamos a esperar a que llegue la pelona, como dice mi tío Gonzalo, sino que nos sentimos sanos, llenos de energía, productivos y muy capaces de seguir disfrutando la vida con otras actividades, o con las mismas, pero variaditas y desde la independencia.
Recuerde qué lo llevó a ser exitoso, qué hizo entonces que ya no aplica, para qué fue buenísimo; de pronto dejó de lado cosassencillas, pero tan significativas, que tal vez hoy debe recuperarlas
¿Pero cómo es que se encuentra ese camino, ese propósito? Pues devolviéndose en los momentos de la vida, echando para atrás. ¿Cómo? Haciendo una lista de esas cosas que le llenaron el corazón, que le revelaron cosas buenas, que lo impulsaron a arriesgarse. Uno no es bueno en una sola cosa sino en varias, solo que escoge una para dedicarse a ella y a veces no era necesariamente la que más le apasionaba. Entonces, hecha la lista, lea de cuánto ha sido capaz y, primero que todo, felicítese; ¡mire que usted es un duro y de pronto no se había dado cuenta cuánto! Recuerde qué lo llevó a ser exitoso en ese momento, qué hizo entonces que ya no aplica, para qué fue buenísimo -o excelente-; de pronto dejó de lado cosas tan sencillas, pero tan significativas, que tal vez sea hoy cuando debe recuperarlas. Piense en qué hace muy bien distinto a lo que se venía dedicando -si es que no quiere seguir en eso- o en lo mismo, pero de diferente manera… y por encima de todo, traiga a su mente lo que lo hacía vibrar y llenaba su corazón.
Así que mis queridos lectores, los invito a coger impulso y a echar p’atrás porque es ahí donde van a ver cosas valiosas de lo que hacían, virtudes, capacidades, fortalezas, gustos que los puede llevar a dedicar el resto de sus vidas -corta o larga, a hacer algo que los motive, que les dé el “ikigai” que tanto le pide su existencia.
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