La primera iglesia data de 1620. La actual fue construida gracias a los feligreses que subían cada fin de semana cargando al menos un ladrillo e inaugurada en 1920
En lo alto de los cerros de Bogotá, donde las nubes se entrelazan con la tierra y el eco del pasado susurra entre los árboles, se alza la Basílica del Señor Caído de Monserrate. Este santuario guarda en los ladrillos de sus muros el fervor y la devoción de decenas de feligreses. Monserrate no solo se ha establecido en la capital como un símbolo de peregrinaje, sino que también se ha convertido en uno de los sitios turísticos imperdibles tanto de extranjeros como de nacionales, además de un lugar ideal para realizar senderismo.
Existen tres formas de acceder al Santuario de Monserrate. La primera opción es ascender a pie por el sendero peatonal de 2,5 kilómetros que cuenta con dos miradores, permitiendo disfrutar de privilegiadas vistas durante el recorrido. Las otras dos opciones son el funicular y el teleférico.
Así nació la basílica de Monserrate: un refugio de fe en las alturas
El Cerro de Monserrate fue nombrado así en honor a la Virgen Morena de Monserrat cuyo santuario se ubica en Barcelona, España. Es considerado como un lugar tradicional de peregrinación religiosa en la ciudad debido a que en su cúspide reposa un santuario que data del año 1620 y que alberga la estatua del Señor Caído de Monserrate, a la cual fieles y devotos le atribuyen una gran cantidad de milagros.
El nombre original de la montaña es cerro de Las Nieves, así lo bautizaron los Muiscas por la frecuente nubosidad. De acuerdo con el libro ‘Las Nieves: La ciudad del otro lado’, el presidente de nueva granada Don Juan de Borja permitió en 1620 que en la cumbre se construyera una ermita dedicada a la Santa Cruz de Monserrate, tradición de devoción que habían iniciado los conquistadores al poner allí las primeras cruces para proteger la ciudad de las tormentas eléctricas. Dicha construcción tenía una capilla y un convento anexo donde habitaron los monjes.
La capilla y la casa se ampliaron entre 1650 y 1657. A su vez, adecuaron un camino en piedra para que los feligreses pudieran ascender. Alrededor de 1810, el monumento principal del templo pasa a ser ‘El santo Cristo caído a los azotes y clavado en la cruz’ o el Señor Caído de Monserrate como lo conocemos hoy en día.
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Con el paso de los años la edificación se estaba quedando pequeña para la cantidad de feligreses que llegaban a visitar el santuario y luego de la destrucción de las anteriores iglesias por cuenta de diferentes terremotos el arzobispo Bernardo Herrera Restrepo tuvo la iniciativa de mejorar el espacio.
El arquitecto Arturo Jaramillo Concha fue el encargado de diseñar el nuevo templo en un estilo neogótico, el cual en su momento se describió como intachable, sencillo, armónico y ágil el cual se divisaría desde la ciudad. Con el inicio de las obras se pudo apreciar el fervor de los feligreses los cuales subían por decenas los fines de semana y lo hacían cargando por lo menos un ladrillo para contribuir a la construcción.
El nuevo templo fue terminado en 1920 y coincidió con la inauguración y modernización de los sistemas de transporte como el teleférico y el funicular.
La nueva iglesia nunca fue completamente aceptada por los habitantes de Bogotá. Por lo tanto, en la década de 1950, se inició un proyecto de remodelación de su fachada, otorgándole un aspecto neocolonial que se mantiene en la actualidad.
El párroco de ese entonces decidió remodelar el altar y modernizar el ingreso al funicular, fue así como se simplifico y planchó la fachada. De la antigua fachada solo quedo la cruz que ahora se expone en los jardines. A pesar de la transformación radical de su exterior para adoptar un estilo más acorde con las preferencias de los bogotanos de la época, la estructura neogótica diseñada por Jaramillo Concha se mantuvo intacta en el interior de la iglesia.
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