Decenas de miles de personas cantaron sus mayores éxitos en un día en el que Vilma Palma, Bacilos y Miranda! también tuvieron convocatoria masiva
A medida que han ido pasando los años, el público festivalero se ha vuelto cada vez más madrugador. Es probable que esto ocurra porque con la masificación de la música digital, tanto de plataformas como de otros formatos, ahora tenemos a artistas emergentes de otros países a unos cuantos clicks de distancia o simplemente porque la gente que ha ido a las otras dos ediciones del Festival Cordillera, ya sabe que ahí es realmente difícil encontrarse a un artista que no de la talla.
Un detalle que me alegra, de la misma manera que me alegra que el escenario principal (Cordillera) tuviera varios cientos de personas desde las 2 de la tarde, porque la banda que abría es quizás la mejor banda activa que tiene el reggae colombiano. Providencia, que es una aplanadora sonora paisa que transita los subgéneros del reggae y el ska de forma sin una sola fisura. Además, con poco menos de 25 años de historia tienen canciones como «Prende», «Perla negra» o «Aerosoles» que su público bogotano conoce bien.
Bako de The Mills y Ximena Toro, la cantante de otra banda de Medellín llamada Asuntos Pendientes, fueron los invitados. El ‘asunto’ con ellos es bien bonito, porque hace años eran la agrupación de adolescentes que la rompía en la ciudad y Providencia, en cierta forma, los fue apadrinando. Pocas bandas se traen desde su ciudad natal a una artista amiga para que comparta uno de los logros actuales más importantes.
En una tarima más pequeña llamada Cotopaxi, la promesa del pop argentino Zoe Gotusso se confiesa. Cuenta que formó una banda (supongo que sus anteriores visitas fueron con ella tocando sola su guitarra) en dos semanas y hasta hace trompeta con su propia boca, como si estuviera enfatizando que montó el show a punta de uñas y alma. «Un bossa +», «No hay nadie como tú», «Ayer te vi» (una canción del cantante de pop urbano Louta, donde ella participa) o «María», cada canción parece desatar más aplausos que la anterior. ¿Bajo? No hay. Tampoco hace falta.
Muchos saben que la Bersuit se separó de su cantante hace años y fue el también tecladista Juan Subirá quien tuvo que hacerse cargo de la voz. El cambio no fue fácil, pero ahora una década y media más tarde, se les escucha muy bien; en un show que combina clásicos como «Yo tomo» o «Se viene», con canciones de los últimos años como «Morocha» o «Monogamia». Los argentinófilos colombianos, esos que nos han hecho tributo escuchándose cuanta banda gaucha encuentran en internet, los quieren y los han visto poco. Faltan visitas de la Bersuit por acá y es una alegría que para esta edición la organización del festival los haya contemplado.
De Juliana Velásquez, a quien muchos recuerdan por el programa infantil Club 10, pero hace pocos años sorprendió ganando un Latin Grammy por ser Mejor nueva artista, sólo se puede decir que va camino a convertirse en la figura de pop independiente más grande del país (equiparable con una Julieta Venegas o Natalia Lafourcade, para que se entienda mejor). Su show lo vieron decenas de miles de asistentes y en él aprovechó para anunciar que pronto hará su primer Movistar Arena. Canciones suyas como «Mar adentro», «Muchachitos», «La primera vez» y un cover de «Cariñito» de Los Hispanos, musicalizaron ese momento.
Los artistas principales del primer día del Festival Cordillera. ¿Dieron la talla?
Antes del Festival Cordillera y de la presentación de Vilma Palma E Vampiros en el Movistar Arena de hace meses, a nadie se le había ocurrido que una las bandas más recordadas del rock y el pop latino de los noventa, no estaba para tocar en bares (como habían hecho en otras visitas a Bogotá), sino para brillar en tarimas comparables a las de otros pares de época como Enanitos Verdes o incluso Hombres G. Por suerte hay empresarios que se dieron cuenta que canciones como «La pachanga», «Mojada», «Fondo profundo» o «Auto rojo» son patrimonio de la música del continente.
En la tarima Cotopaxi, la tercera en tamaño, arrancaba la Mala Rodríguez; quien después de Residente quizás sea la figura más popular del rap latino. Ella sí que sabe lo que es reinventarse. Primero fue bien calle con canciones como «La niña» o «Tengo un trato», luego coqueteó con el pop con canciones como «Nanai» (su puerta de entrada a MTV Latinoamérica) y en los últimos años ha incursionado en el trap con temas como «Peligrosa», que tiene la poderosa frase «Un hombre que quiera sentirse superior la próxima vez, que vuelva y me toque voy a mostrarle quien soy yo». La Mala cambia de sonido, pero nunca de esencia.
Alcancé a ver sólo tres canciones de Bacilos («Enredadera»), «Mi primer millón» y «Caraluna», pero me fui bastante sorprendido con la forma en que la gente las cantaba, sobre todo las últimas dos, que son sus mayores éxitos. Una vez más pensé en el poder del pop para conectar a tanta gente con canciones y en el poder del recuerdo.
Juan Luis Guerra, director de música graduado de Berklee, encargado masificar la bachata y el merengue e interprete de clásicos como «La bilirrubina», «El Niágara en Bicicleta» (¿a quien diablos se le ocurre llamar a un hit mundial así y poner frases tan ingeniosas, para describir un hospital que no funciona, como «el hilo de coser fue bordado en un mantel») o «Burbujas de amor», cumple las expectativas… por lejos. Un show muy prolijo donde también brilló su banda 440, que le ha ayudado a que su merengue pop suene totalmente diferente al de los demás exponentes de ese género.
Como dato bonito hay que agregar la presencia de Fonseca. Juan Luis es uno de los invitados de su nuevo disco en la canción «Si tu me quieres», así que al ser el bogotano uno de los platos fuertes de hoy, era fácil adivinar que se encontrarían en tarima.
Miranda! tuvo demasiada convocatoria, para tratarse de una banda que en Colombia sonó con dos éxitos («Don» y «Perfecta»), pero sus fanáticos también los acompañaron cantando clásicos que son hits en Argentina, pero acá no son tan conocidos como «Enamorada» o «Yo te diré»; incluso con canciones como «Mentía» o «Tu misterioso alguien», un poco menos populares. La banda comandada por Alejandro Sergi y Juliana Gattas se va a lo seguro: los temas más efectivos de su repertorio (extrañé «Tu juego» o «743»), con buenas pistas y un buen baterista para reforzarlas. Sé que he dicho esto varias veces en esta nota, pero tampoco fallan.
El cierre de la noche estuvo protagonizado por Hombres G, una agrupación con casi 40 años de trayectoria que se notan. David Summers, su cantante, hizo algunas referencias a lo jodido de cantar (o tocar guitarra sin nada que envidiarse a otros grandes maestros del rocanrol latino) en medio de la altura bogotana, pero su cansancio no se notó en absoluto. Su show va pasando del rock tradicional, al rock pop, a la balada y al ska. El arranque fue con «Voy a pasármelo bien» y no faltaron clásicos como «El ataque de las chicas cocodrilo», «Lo noto», «Marta tiene un marcapasos» o «Venezia». Cierre con «Devuélveme a mi chica», como corresponde.
Pero todavía faltaban bandas como Kinky (Systema Solar estaba en la otra tarima), quienes en la época de MTV nos dejaron clásicos como «Sound tha mi primer amor» o «Ejercicio #16». De entrada avisan que nos van a presentar 5 Disparos (lo que no sabíamos muchos en ese momento, es que así se llama su último disco). El primero, fue la canción de apertura «El paso del gigante» y también tienen su propia versión de «Un x100to» de Grupo Frontera con Bad Bunny. El perreo manda en discotecas y ellos lo saben.
El cierre es con «Más» y «A dónde van los muertos» y creo que no es casual que Gil Cerezo y compañía cerraran con una canción que podría ser tanto una invitación a seguir la fiesta (no sé con qué energías, las caderas son de plástico después de andar el Parque Simón Bolívar todo el día) o un preludio de lo que veremos hoy en el segundo día. Mañana les cuento.
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