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¿De qué otra manera podemos explicarnos que salga a proponer un acuerdo nacional para respetar las elecciones de 2026?
El ministro Cristo puntualizó esta semana los cinco ejes que propone para el acuerdo nacional:
Primer punto: erradicar la violencia política y promover la presencia del Estado en las regiones.
Segundo: No reelección y respeto al calendario electoral.
Tercero: Priorizar la inversión en los municipios PDET, es decir los más afectados por la violencia.
Cuarto: un acuerdo hacia una economía más equitativa.
Y quinto y último, que el Congreso, sus distintos partidos, disminuyan la polarización y discutan más racionalmente las reformas que propone el gobierno.
Sobre cada uno de estos temas podrían discutirse mil cosas. Sobre el de la violencia en la política, por ejemplo, lo lógico sería comenzar por hacerle una evaluación seria a los dos años de política de Paz Total de Gustavo Petro y al crecimiento exponencial de la milicianización que ha extendido el control criminal en vastas regiones. Ojalá les dé el tiempo para mirar que no se repitan pactos carcelarios, como el de la Picota, que tienen por objeto alterar con violencia los procesos electorales, tal como ocurrió en las presidenciales de 2022.
Pero concentrémonos en el segundo punto que propone Juan Fernando Cristo, el de las elecciones.
No tiene ninguna lógica, al punto que no tiene ninguna presentación, que el gobierno incorpore en la discusión para un acuerdo nacional el punto de la no reelección y la no alteración del calendario electoral.
¿O acaso Juan Fernando Cristo ya está aceptando, tácitamente, que Gustavo Petro sí ha tenido entre sus planes quedarse en el poder e incumplir el deber de adelantar las elecciones de 2026?
Porque, en el fondo, lo que están proponiendo es que pongamos en discusión el cumplimiento o no de lo que establece la Constitución, como si partiéramos de la base de que lo que dice la Constitución en materia electoral no estuviera en firme y fuera necesario refrendarlo o no mediante un acuerdo político.
Yo no sé si le van a aceptar al gobierno abrir una discusión sobre lo que, desde el punto de vista constitucional, no tiene ninguna discusión
Yo no sé si los partidos, el Congreso y las altas Cortes, los gremios, los sindicatos y los medios de comunicación, la institucionalidad y la sociedad civil en general le van a aceptar al gobierno abrir una discusión sobre lo que, desde el punto de vista constitucional, no tiene ninguna discusión.
Aceptar abrirla en las actuales circunstancias, con un presidente como Petro, es abrir una verdadera Caja de Pandora.
Como Cívicos hemos venido advirtiendo sobre los peligros que amenazan las elecciones de 2026. Por eso estamos trabajando la Veeduría Cívica para la defensa de las elecciones.
Esta intención de Juan Fernando Cristo de abrir la discusión sobre las elecciones de 2026 como uno de los cinco puntos del acuerdo nacional me produce más preocupaciones que tranquilidades. Por el contrario, me suena más a confesión de parte de que para ellos la Constitución no representa el acuerdo fundamental de los colombianos y que lo que está escrito en ella no pasa de ser un inventario de temas que pueden someterse a discusión en cualquier momento y por cualquier camino, que para el gobierno la Constitución no pasa de ser un librito que puede tenerse en cuenta o no, según sus ímpetus y sus conveniencias.
Parece ser que lo que Juan Fernando Cristo quiere es darle confianza al país de que las elecciones de 2026 acontecerán normalmente y que él se pone como garante de que eso ocurrirá así. Y uno quisiera creerle, creerle que él lo piensa así. Pero uno sabe que él es el ministro del Interior y no el presidente. En un gobierno en el cual el presidente ha nombrado, usado y echado a ministros que nombró para dar confianza, sin que le tiemble la mano. Tal como lo hizo con José Antonio Ocampo.
Es que todo esto suena tan absurdo como que Juan Fernando Cristo está proponiendo un acuerdo nacional para que el gobierno decida respetar la Constitución y las leyes que está obligado a cumplir.
Valdría la pena que Cristo nos contara que su propuesta sí la discutió con Petro y que efectivamente lo compromete. Lo digo porque en el caso de José Antonio Ocampo, que fue su ministro de Hacienda, nos contó después de salido que tan solo se había reunido con Petro una vez durante toda su gestión. Aún si así fuera, hay ya sabemos que Gustavo Petro es capaz de decir muchas mentiras y que además es capaz de cualquier cosa.
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