Fundado en 1912, fue el teatro más importante de la ciudad a principios del siglo XX. Hoy, en el edificio donde funcionó, no hay ni un recuerdo de su glorioso pasado
Proyectando películas francesas e italianas fue como el Gran Salón Olympia se convirtió en el más importante de Bogotá. Creado en un momento en el que el cine era casi desconocido en la capital, supo vivir su momento de gloria a principios del siglo XX, cuando ninguna de sus 5 mil sillas quedaba vacía. Sin duda, fue un espacio en el que los bogotanos de esa época vivieron de primera mano la cultura, disfrutando de obras, óperas y conociendo el mundo a través de las imágenes en movimiento. Hoy, más de 100 años después, ese gran teatro sólo está en los libros de historia y, aunque su edificio sigue en pie, pocos lo reconocen como el pionero del cine en el país.
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Los di Doménico, los italianos pioneros del cine en Colombia
Para hablar del Gran Salón Olympia, primero hay que viajar hasta Italia, al municipio de Castelnuovo di Conza, en el año 1880. Allí, en medio de cultivos de la vid, nació Francesco di Doménico, un pequeño que años después se terminaría convirtiendo en un sendo empresario y que viajaría alrededor del mundo con el que, para ese entonces, era el invento del momento, el cinematógrafo. Acompañado por su hermano Vincenzo, entre 1908 y 1909 se asoció con Benedetto Pugliese y montó un espectáculo de cine ambulante, oficio que lo traería a tierras sudamericanas y lo radicaría en Bogotá.
Con la empresa andando, ambos hermanos decidieron viajar a Italia y Francia para comprar las primeras películas y empezaron a proyectarlas de manera muy artesanal en parques como el Centenario o La Independencia. Sin embargo, pensando en hacer un negocio mucho más constituido, Vincenzo decidió entablar conversaciones con algunos de los empresarios más importantes de la época, entre los que se encontraban Nemesio Camacho, Ulpiano Valenzuela o Federico de Castro. Las negociaciones llegaron a feliz término y en el lote de la carrera séptima con calle 25 se decidió construir el teatro.
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El Gran Salón Olympia, la primera sala de cine de Bogotá
El Gran Salón Olympia se inauguró el 8 de diciembre de 1912, en plena época de navidad, en un momento en el que las funciones cinematográficas no eran tan recurrentes en la capital. La primera película que se proyectó fue ‘El último de los Frontignac’ y fue tal el revuelo que causó que en uno de los periódicos de la época se leyó “Sumamente concurrida estuvo la función con que se inauguró el Salón Olympia (…) La película Novela de una joven pobre es de las mejores que se han visto en la ciudad, y el local, verdaderamente amplio y apropiado, es un salón donde se pasarán ratos muy agradables”.
Ciertamente fue así y, tras la primera proyección, el teatro se convirtió en el epicentro del desarrollo de la cultura de la capital. En él, además de las películas, también hubo espacio para las obras, la ópera y otro tipo de espectáculos. En su escenario se presentaron orquestas como la Conti, la del Maestro Velasco o la del Salón Olympia, y también hubo combates de boxeo, que protagonizó el famoso Rafael Tanco, pionero del deporte en el país. Fue tal el éxito del salón, que los hermanos di Doménico decidieron replicar el negocio en otras ciudades del país, llegando a tener presencia en más de 40 poblaciones.
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La venta a Cine Colombia y el cierre definitivo
Los días felices del Gran Salón Olympia empezaron a acabarse a finales de los años 20. Para 1922, Francesco decidió irse a Italia y 5 años después, Vincenzo también tomó rumbo europeo. En Colombia quedó uno de sus socios, pero en 1928 decidió hacer todo el papeleo para vender los teatros a la famosa Cine Colombia, compañía que por ese entonces había sido adquirida por un grupo de inversionistas antioqueños. En Bogotá, el Olympia siguió funcionando y continuó siendo el punto de reunión de las élites de la capital, aun cuando ya no pertenecía a la familia de italianos.
Sin embargo, el declive no demoró en llegar y en mayo de 1945 se registró el cierre del mítico Gran Salón Olympia. En ese momento, empezó la construcción de la carrera novena y parte del espacio del teatro se tumbó, quedando solo un pequeño salón. Allí, en 1957, se abrió la sala Olympia, que quiso rememorar los recuerdos del teatro de la familia di Doménico y se proyectaron películas como La vuelta al mundo en 80 días y otros clásicos del cine. Durante 38 años el pequeño espacio funcionó, hasta que en 1995 cerró por completo, siendo hoy la sede de oficinas del edificio que se construyó a su costado oriental, la Torre Colpatria.
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