Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Hace un par de meses tuve una pequeña discusión en Twitter con una influenciadora @nometiente, que orgullosamente pone en su bio: progresista, chillen uribistas y más bobadas de ese mismo estilo.
Al ver que vendía camisetas de imágenes de Vicky Dávila con indumentaria nazi y otras con la frase “soy nichito”, le pregunté si tenía tazas para café con la imagen del Che Guevara y le hice saber que ese merchandising era por decirlo menos, ridículo.
La respuesta de ella, acorde con esa ridiculez, fue: “Me encanta el capitalismo y me cae gordo el Che Guevara”.
La conclusión entonces es simple, ella y otros de ese estilo viven de la polarización actual, es su hábitat. El método es exacerbar con dizque hechos y logros del progresismo, —no digo que no los haya— en redes ese ambiente para ganar views en sus videos, likes en sus publicaciones y… vender ropa.
Todo esto es de un reduccionismo tonto y plano, quieren dejar claro que ellos son los buenos y el resto son los malos de la película usando un método uribista, enverracar gente para aumentar la polarización ¿curioso esto último no?
Entonces si ya tienen amaestrados a sus seguidores en esa narrativa, un consejo: amplíen su criterio, la izquierda o el progresismo o como lo quieran llamar no nació en el primer periodo de Uribe y la UP no es una película de Pixar.
No digo tampoco que se metan a estudiar 5 años de sociología en la Nacional, —empezando porque muy probablemente no pasarían ni siquiera el examen de admisión— pero hojeen al menos un libro de Arturo Alape, de Jorge Enrique Botero, de Alfredo Molano, o la Historia de Colombia y sus oligarquías de Antonio Caballero que tiene en su versión online en la página web de la Biblioteca Nacional dibujitos hechos por su autor por si se aburren.
Salgan de ese ciclo tóxico de crear contenido a partir de lo que diga o no diga Luis Carlos Vélez, Vicky Dávila y sus huestes o clones en Twitter.
Dejen de repetir como loros lo que tuitea Petro o sus logros (un alcantarillado en Tumaco, una restitución de tierras) el estado tiene una oficina de prensa y comunicaciones para eso ¿no sabían? Y les pagan.
Leer da contexto, se forma una opinión más robusta, más sustentada, otorga un pensamiento crítico o propio porque se comprenden distintas miradas sobre que pasaba con la izquierda en Colombia. A mí eso me parece apasionante, siendo de una generación un poco posterior, pero, por ejemplo, las trifulcas ideológicas entre trotskistas vs. leninistas vs. marxistas vs. maoístas todos creyendo tener la razón porque cada uno a su manera se atiborró de conocimiento y defendían eso a ultranza.
Lo que dijo hace poco Mario Mendoza: la utopía, esa especie de derrotero común a pesar de las diferentes corrientes ideológicas.
La izquierda youtuber no tiene ni un centímetro de profundidad, es una cacofonía, un ruido constante entre medios “hegemónicos” contra medios “alternativos”
Mirar atrás por el simple impulso de la curiosidad del conocimiento para saber que pasó y contrastar con lo de hoy día. Las conclusiones podrían ser que esa izquierda youtuber no tiene ni un centímetro de profundidad, es una cacofonía, un ruido constante entre medios “hegemónicos” contra medios “alternativos”.
Sus contenidos se basan únicamente en la inmediatez de la coyuntura, la pelea de colegio de octavo grado de la semana donde el mayor insulto es bodeguero, se lo dicen unos a otros a ver quién se ofende más, y la semana siguiente pasará todo de nuevo por alguna otra estupidez. Es una pelea que intencionalmente la hacen pública para ver cuántos idiotas más pueden arrastrar cada uno para su bando.
Los hechos se resumen en memes y apodos, es simple bullying de colegio.
Para escribir estas líneas volví a ver los videos de Wally y el formato no ha cambiado: un recuento de tuits políticos intercalados con memes de Bob Esponja y las risas grabadas, las malditas risas grabadas sacadas del Chavo del Ocho, es tan malo el humor del boyacense que tiene que usar ese recurso para recordarnos que acaba de decir algo chistoso. Sonará muy cruel esto, pero es cierto, da más risa una patada en un ojo que los videos de Walter Alfonso.
Entonces apagué el computador y sintonicé Sábados Felices.
—Tenemos a un nuevo concursante en la sección de cuenta chistes, viene de Cali ¿cuál es su nombre?
—Levy
—Adelante Levy con su chiste…
—Hola, me llamo Levy Rincón, soy youtuber de izquierda y estoy escribiendo un libro… El público estalla en carcajadas y yo por fin ahí si me reí, y duro.
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