Daniel Barenboim, destacado pianista argentino, de padres judíos, que pasó su niñez en Israel, no solo es conocido por su talento como intérprete y arreglista de grandes obras de la música clásica, sino por haber sido quien, a fines de los años noventa, en compañía del escritor estadounidense de ascendencia palestina Edward Said, fundó la West-Earn Divan Orchestra, un conjunto musical compuesto por artistas de ascendencia judía y palestina.
Gracias a la West-Earn Divan Orchestra se convirtió en la primera persona del planeta en tener las ciudadanías de las dos naciones que llevan décadas en guerra.
Una iniciativa pacifista en la que juntó artistas provenientes de las dos naciones que llevan más de 50 años en guerra, para promover el diálogo a través de la música. Un logro por el que tanto él como Said se ganaron el Premio Princesa de Asturias.
Así fue como se convirtió en la primera persona del planeta que recibió tanto la ciudadanía israelí, que le fue otorgada hace años por su ascendencia judía, como la palestina, que adquirió de forma honoraria en el año 2008 y que recibió como uno de esos tantos actos en nombre de la paz, que el músico ha impulsado a lo largo de su trayectoria.
Compromiso artístico y premios internacionales
Ha sido condecorado con la Legión de Honor, que es la distinción más importante que entrega el gobierno francés. En el caso de Daniel Barenboim, esta fue otorgada por lo que se considera una excelente conducta civil.
Además, el músico rioplatense, quien tiene cuatro ciudadanías (argentina, española, palestina e israelí), se ha ganado seis veces el premio Grammy, que le han sido entregados por sus interpretaciones de obras de grandes compositores de la historia como Beethoven, Brahms, Mozart y hasta Wagner.
Daniel Barenboim y su constante apuesta por la paz
A comienzos de este milenio, Daniel Barenboim dirigió a la Orquesta Estatal de Berlín (Staatskapelle) para representar la obra de Richard Wagner «Tristan e Isolda», durante un festival de Israel que se celebró en Jerusalén. El evento contaba con cantantes invitados, entre ellos el célebre Plácido Domingo.
Para los israelíes, algunos de ellos supervivientes del holocausto, el acto era una ofensa y presionaron para que Barenboim tuviera que cambiar su acto. El argentino accedió y reemplazó las piezas de Wagner, compositor muy admirado por Adolf Hitler, por las del músico Robert Schumann y las del ruso Igor Stravinski.
El evento transcurrió sin problemas, pero al terminar Daniel Barenboim anunció que iba a interpretar una pieza de Wagner y remarcó que quienes tuvieran algún problema con su acto podían retirarse de la sala.
Barenboim ha enfrentado críticas por su decisión de interpretar la música de Richard Wagner, un compositor asociado históricamente con el nazismo, durante eventos en Israel. Sin embargo, defendió su postura argumentando que el arte debe ser separado de los usos ideológicos que se le hayan dado en el pasado. Su decisión de interpretar a Wagner en Jerusalén generó un debate sobre la reconciliación histórica y el papel del arte en este proceso.
Reconociendo el arte como medio de conexión
En un artículo escrito en inglés en su propia página web, diez años después de la presentación, el músico desarrolla la importancia de Wagner y las razones por las que consideraba tan importante interpretarlo durante un evento en Jerusalén. Recordó que entonces solo entre 20 y 30 personas presentes eligieron abandonar el recinto.
Para Barenboim, el hecho de que Hitler haya considerado al compositor como una figura tan célebre para los alemanes, no debería estar por encima del hecho de que orquestas como la Israel Philharmonic Orchestra o la Palestine Symphony Orchestra han tocado obras de Wagner. Caer en ese error sería, para Barenboim, dejar que el Führer tuviera la palabra definitiva.
Barenboim ha visitado Colombia en varias ocasiones, siendo una de las más memorables en el año 2000, cuando dirigió a la Orquesta Filarmónica de Berlín en el Teatro Colón de Bogotá. En esa oportunidad, interpretó obras de Ludwig van Beethoven y Johannes Brahms, un evento organizado por el Ministerio de Cultura y la Embajada de Alemania. Este concierto no solo deleitó al público colombiano, sino que también reforzó los lazos culturales entre Colombia y el mundo musical internacional.
La enfermedad de Daniel Barenboim que no ha logrado que se retire
La Orquesta Estatal de Berlín la dirigió por 30 años, hasta que un día tuvo que retirarse en 2022 por motivos de salud. Inicialmente no dio muchos detalles y solo comentó que se retiraba por una enfermedad neurológica grave.
Al año siguiente dirigió tres conciertos de Mozart, en el prestigioso Teatro La Scala de Milán, y de a poco comenzó a retomar algunas actividades, tanto con la West-Earn Divan Orchestra como con la Orquesta Estatal de Berlín, con la que desde entonces se ha presentado de forma esporádica.
Además, en octubre de este año, se presentó en la Orquesta Filarmónica de Berlín, en compañía de la pianista argentina Marta Argerich, con quien también ha compartido en otras ocasiones. Quienes pudieron verlos dicen que, aunque él ya no puede tocar el piano como en sus mejores épocas, cuando se pone a dirigir con la batuta se llena de una contagiosa vitalidad.
Por si fuera poco, a fines de noviembre volverá a dirigir la Orquesta Estatal de Berlín, para interpretar nuevamente la obra de la polémica en Jerusalén, «Tristán e Isolda», junto con otros arreglos de Wagner. Los medios han anunciado este concierto como el último que el músico argentino hará con la célebre orquesta alemana, pero dos años de conciertos luego de su presunto retiro son suficientes para concluir que a la hora de hablar de un retiro artístico, con Daniel Barenboim nunca se sabe.
Un legado inspirador
A lo largo de su vida, Daniel Barenboim ha demostrado que la música puede ser un medio poderoso para sanar divisiones y promover el entendimiento entre comunidades en conflicto. Su talento, combinado con su compromiso social, lo ha convertido en un símbolo de esperanza y reconciliación, dejando un legado que continuará inspirando a generaciones futuras. A pesar de los desafíos de su enfermedad, Barenboim sigue siendo un faro de inspiración en el mundo del arte y la diplomacia cultural.
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