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Cuando el desaparecido chef viajero Anthony Bourdain estuvo en Colombia y después de que le dieran a probar lo que siempre le dan a un extranjero: tamal con chocolate, bandeja paisa y reaccionara positivamente más por cortesía que por genuino gusto, sobrevoló en un viejo avión de Air Colombia el Guainía, Putumayo y el Amazonas, solo atinó a decir: “Este país es gigantesco”.
O cuando el también desaparecido Álvaro Gómez Hurtado rechazó reunirse con las Farc en la Colombia profunda excusándose: “Uno a esta edad no está para ir a visitar lejanías” pues demuestra precisamente eso, que en Colombia y sus 1´147. 748 kilómetros cuadrados de extensión es imposible atenderla cuando ocurren desastres naturales por varias razones, porque la plata para atender a los damnificados se la han robado miserablemente durante décadas, y porque gracias a semejante extensión planear estrategias de prevención y ayuda desde un edificio en Bogotá, es de un centralismo atorrante.
Sumémosle a eso que preciso la tragedia de las inundaciones este mes han ocurrido sobre todo en departamentos “periféricos”, como la Guajira y Chocó, justo donde es más difícil acceder para entregar ayudas oportunas, es decir, en las “lejanías”.
Como dice el viejo adagio: cagaos, con el agua lejos y el pasto seco. Bueno, en este caso con mucha agua y con las oficinas de la UNGRD a miles de kilómetros.
Eso de que Colombia es única porque tiene valles, montañas, costas, nevados etc., sirve para el turismo obvio, pero estamos también en una zona del mundo muy propensa a ese tipo de desastres acentuada por el cambio climático y por una geografía endemoniada. ¿O cuándo han visto tragedias así en Noruega o Finlandia? Como dicen los youtubers, dejen sus respuestas en la caja de comentarios.
Entonces, como se supone que para eso están los mandatarios locales y/o regionales, pues muy bien, se coordinan las ayudas y se hacen efectivas a los damnificados. Pero eso no pasa, o se las roban, o se termina sabiendo después que a un mercado le triplican el precio y la libra de arroz cuesta entonces $25.000 pesos y una lata de atún $60.000 y los sobrecostos van a parar supuestamente a los bolsillos de esos mandatarios y sus funcionarios.
O como olvidar por ejemplo a Iván Duque en cuatrimoto recorriendo San Andrés después del huracán dizque haciendo “reconocimiento visual de la tragedia”, pero mentalmente estaba loteando la isla para que sus amiguis de la Sergio Arboleda construyeran sus casas de verano.
A la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres (UNGRD) la llevan saqueando hace décadas, y hasta ahora se viene a conocer más o menos como es el bandidaje con el escándalo de Olmedo López, Sneyder Pinilla y compañía. Lo revelado es por decirlo menos, aterrador. Desde la época de la tragedia en Mocoa Putumayo se destinaron millonarios recursos para reconstrucción de viviendas y hoy no hay, literalmente ni un ladrillo y antes de eso me imagino que la robadera fue igual o peor.
Entonces ahora si les dio a congresistas por hacerle control político a esa entidad, el asunto es que citaron a su director en plena tragedia, es como citar a un bombero que está apagando un incendio a rendir cuentas y decirle que cierre la manguera porque lo necesitan.
Se ve a leguas que quieren politizar las inundaciones, y Carrillo no ayuda mucho con sus respuestas arrogantes. “Aquí el grande soy yo” le respondió a un alcalde de Santander
Se ve a leguas que quieren politizar las inundaciones, y Carrillo no ayuda mucho con sus respuestas arrogantes que digamos. “Aquí el grande soy yo” le respondió a un alcalde de Santander que le pedía ayuda urgente para su municipio.
O las estériles peleas en X por una casa en Unguía Chocó que apareció primero en una página de turismo, y después se supo que era casi idéntica a las que el gobierno le entregó a la población afectada en ese municipio, todo eso es tiempo valioso perdido, se desvía la atención en estupideces.
Porque casi al mismo tiempo se conoce que a Olmedo y a Sneyder les van a dar 7 y 6 años y medio de “prisión” respectivamente, tiempo que pasaran dichosos en un batallón militar con comodidades y frotándose las manos, porque cuando salgan será a disfrutar de la fortuna que se robaron (solo devolverán la tercera parte).
Y cuando en unas semanas bajen las aguas y empiece el verano, solo habrá lodo y olor a mortecino por los animales y uno que otro desaparecido en la Guajira y el Chocó, y enfermedades y algunas casas reconstruidas y de nuevo a quedar en el olvido por ser parte de un país gigantesco que no puede generar desarrollo por la corrupción, porque todo se lo roban.
Y para rematar el ELN declaró paro armado en los ríos del Chocó, entonces como diría Germán Vargas Lleras: Que revolución tan chimba la de esa gente, ole.
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