Pablo de la Cruz Yepes, uno de los arquitectos más importantes del país, fue el encargado de darle vida a este lugar de 283 hectáreas, inaugurado en 1934
A mitad de 2021, el Parque Nacional fue testigo de una masiva movilización indígena. Después de los estragos que produjo la pandemia, la Nación Emberá se vio golpeada y decidió asentarse allí para exigir garantías al Gobierno. En esa lucha estuvo durante 3 años, con alguna pausa, hasta este 2024 cuando volvió a sus territorios y el espacio se recuperó para ser otra vez de los bogotanos. Como si no poder visitarlo hubiese hecho eco en los ciudadanos, el lugar retomó su importancia; pero ¿Cómo y quién fue el encargado de iniciar con la historia del Parque Nacional de Bogotá?
Aunque se podría pensar que la persona que ideó uno de los parques más tradicionales de la capital fue un bogotano, lo cierto es que la mente que estuvo detrás de este icónico espacio fue un paisa. Pablo de la Cruz Yepes, uno de los arquitectos más importantes en la historia nacional, fue a quien se le dio el objetivo de, a través del Ministerio de Obras Públicas, darle vida al parque, que lleva más de 80 años brindando alegría y tranquilidad a los capitalinos, y que, tras la toma indígena, volvió a abrir sus puertas.
Después de 3 meses de recuperación, este símbolo de #BogotáMiCiudadMiCasa está listo para recibirte. Más de 25 entidades trabajaron para devolverle su magia. Ahora es nuestro turno: cuidemos este tesoro que nos pertenece a todos. ✨ pic.twitter.com/RnPd798Z6p
— Alcaldía de Bogotá (@Bogota) December 15, 2024
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¿Quién fue el arquitecto del Parque Nacional?
Pablo de la Cruz Yepes nació en Medellín un 27 de junio de 1894. Por ese entonces, la Guerra de los Mil Días estaba cocinándose en el país y Panamá aun hacía parte del territorio nacional. Su primer acercamiento a la academia profesional la vivió en la Escuela de Minas, a donde ingresó en 1913, en un momento en el que las carreras del futuro eran la ingeniería y las matemáticas. Aun así, su gran pasión era la arquitectura, un oficio que conoció en dicha institución y que siempre puso por encima de cualquier otro.
Cuando finalizó sus estudios allí, y al ver que los programas de Arquitectura en el país apenas se estaban creando, buscó la manera de estudiar la profesión en otro lugar. Así fue como aplicó a una beca para ir a instruirse al sur del continente, en Chile. En ese momento, las becas para ir a Europa habían sido canceladas por la Primera Guerra Mundial, por lo que ir al país austral, un lugar donde la profesión ya estaba constituida, fue la mejor opción. Allá llegó a Santiago, a la Universidad de Chile, y absorbió todo el conocimiento que lo hizo grande en su tierra natal.
Y es que, en dicho claustro, aprendió de maestros como Josué Smith Solar o Emilio Doyere. También afinó sus habilidades sociales e intelectuales, y, con 25 años, logró ser uno de los diez graduados de arquitectura de la institución en 1918. Fue cuando, ya con su cartón, decidió regresar a Colombia para llevar a cabo su obra. Diseñó icónicas casas, como la del Salto de Tequendama, reconstruyó ciudades y trabajó en algunas de las entidades estatales más importantes. Sin embargo, su mayor regalo para Bogotá fue el Parque Nacional.
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¿Cuándo empezó la historia del Parque Nacional?
Para cuando se empezó a idear el Parque Nacional, Bogotá ya contaba con 2 parque públicos: El Parque Centenario y el Parque de la Independencia. Sin embargo, desde el Ministerio de Obras Públicas, dirigido por Alfonso Araujo y en donde Pablo de la Cruz era jefe de la sección técnica, se vio la necesidad de crear uno muchísimo más grande, que cumpliera con las necesidades de los ciudadanos. Así fue como se eligió el que, para ese momento, era el nororiente de la ciudad, ya que era un lugar de muy fácil acceso.
Los primeros diseños se llevaron a cabo en 1932, año en el que se aprobó la construcción, y fue el arquitecto paisa el que estuvo detrás de la mayoría de los bocetos de los espacios, andenes y hasta las vías por donde también iban a poder transitar carros. Entre finales de 1933 y julio de 1934 se realizaron las obras, que tuvieron feliz término en agosto del mismo año y culminaron con la inauguración del parque. En ella, el presidente Enrique Olaya Herrera estuvo presente, y al ser uno de sus mayores promotores, recibió el honor de poner su nombre en el nuevo espacio de la ciudad.
Casi al instante de su apertura, el Parque Nacional se convirtió en el epicentro de la diversión de la clase trabajadora bogotana. Gracias a su extenso espacio, que combinó lo urbano con lo natural, no solo empezó a ser un sitio para el escape, sino para la práctica del deporte. Contó con una cancha de fútbol en donde dieron sus primeros pinitos equipos como Santa Fe, Municipal y Taxis Rojos. Además, también contó con canchas de tenis, hockey, golf, y hasta tuvo un mini zoológico. Allí también hubo atracciones mecánicas, así como espacios para la cultura y la educación.
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Juan Pablo de la Cruz y el legado para los bogotanos
El Parque Nacional no fue el único que Pablo de la Cruz diseñó durante su vida, pues también estuvo detrás del Parque de los Niños en Manizales. Así mismo, construyó edificios tan icónicos como la Quinta Villa Adelaida o el edificio Manuel Peraza, considerado el primer “rascacielos” de Bogotá. Y, si bien, algunas de sus obras han sido demolidas en nombre del progreso, su ópera prima para la capital sigue manteniéndose en pie, como uno de los grandes vestigios de su trabajo por el país.
Hoy, el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera sigue siendo uno de los espacios más importantes en su género en la capital, es el segundo más antiguo de la ciudad, después del Parque de la Independencia. Tras la toma indígena, la idea de la Alcaldía es que la gente vuelva a congregarse en él y no pierda el carácter que sus creadores quisieron darle, más que todo el arquitecto paisa, que fuera el lugar para la desconexión y el disfrute de todas las personas que viven en la ciudad.
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