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Se llama resiliencia a la capacidad de sobreponerse a, o superar, una crisis.
El proceso de cambio que ha propuesto adelantar el actual gobierno parece tener bastante capacidad de resiliencia si nos atenemos a las crisis que ha tenido o supone haber tenido.
No hay duda de que la oposición ha tenido éxito en cuanto a convertir en cuestionamientos prácticamente cualquier proyecto o medida que el gobierno intenta adelantar.
Y que como tal, la presentación que se ve en los medios convencionales (incluyendo las encuestadoras) diría que el país va de fracaso en fracaso y que el gobierno está empantanado sin lograr sacar nada adelante.
Sobre todo pareciera que desde la perspectiva de la oposición han logrado impedir que el ejecutivo consolide unas reformas atacándolas como si fueran destinadas a ser utilizadas por la persona de Petro durante su mandato y no para regir hacia el futuro.
Pero el resultado ha sido más el desprestigiar al gobierno que el de detener las reestructuraciones que propone. Por eso la obsesión de pensar en la elección del próximo presidente en el 2026, como si los pasos que hoy se dan fueran reversibles.
La derrota infligida al proyecto bandera de la reforma a la salud fue anulada de facto con las medidas administrativas que produjeron un resultado bastante similar al intentado; y ante lo razonable de los argumentos que la sostenían parece bastante probable que en la nueva legislatura pase.
La política petrolera y el programa de transición energética ha seguido su camino sin mayores obstáculos, fuera de la retórica de la oposición, puesto que no parece haber sido nunca la intención de esta presentar opciones alternativas o intervenir a través de las mayorías que sostienen en el Congreso. Con el hallazgo del gas en Sirius se desvanece tanto el presagio de la catástrofe como el argumento de que se habían prohibido las exploraciones cuando lo que se ha es suspendido la expedición de nuevas concesiones.
La Ley de Presupuesto que el presidente del Senado presentó como una victoria personal (“ya tengo los votos para impedir que se apruebe”) resultó un tiro en el pie o un tiro por la culata puesto que constitucionalmente se da la obligación de sacarlo por decreto tal como se le ofreció al Congreso para que lo discutiera o reformara.
La reactivación económica y el control de la inflación (en agosto fue 0 y respecto a hace un año es la mitad) están dando indicadores mejores de los esperados en las proyecciones; y aunque no satisfactorios en comparación a lo que se necesita, sí mucho menos negativos que los predichos (y tal vez esperados) por los opositores.
Se han limitado al eslogan de “criticar, criticar, y criticar” o “cuestionar, cuestionar y cuestionar” más que a intentar construir algo positivo
Y en el contexto internacional la persona de Petro puede que no sea vista como la de un líder o un profeta que ofrezca soluciones al mundo pero ni se le ve ni se le trata como aquí de ‘poeta de las galaxias’ y si se le reconoce un rol de campanero que advierte sobre el peligro de no prestar atención a los temas que él defiende; la posición de Colombia muestra en casos como Venezuela, El Oriente Medio o la guerra de Ucrania que pueden ser planteadas desde enfoques contextuales más amplios que la alineación con una de las partes.
Tal vez esa resiliencia tenga más fundamento en la falta de claridad en los propósitos de quienes crean o construyen imágenes de crisis que en las virtudes del gobierno; a los que se han atenido sobre todo a descalificar a las personas vinculadas o que ejercen el poder (Petro y allegados por supuesto principalmente) mucho más que a consolidar un proyecto alternativo para ofrecer como opción a la ciudadanía. Se han limitado al eslogan de “criticar, criticar, y criticar” o “cuestionar, cuestionar y cuestionar” más que a intentar construir algo positivo.
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